Cultura de la Exclusión “El más fuerte devora al más débil”
Cultura de la Exclusión “El más fuerte devora al más débil” .
Por: Alberto Agrazal
Comisión de Justicia y Paz
Panamá
Una de las enseñas de Jesús fue amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos, desde ese momento defender la dignidad humana por encima de cualquier doctrina política, religiosa, social y económica ha sido unos de los grandes retos que como iglesia hemos asumido, la cultura de la exclusión se volvió algo habitual. Desde ese criterio cualquier pensamiento que no encaje con lo ya establecido es mal visto.
Como Iglesia no podemos afirmar que estamos libre de este mal, por eso es necesario recordar que estamos aquí para tender puentes y no muros, y creo que en algo si estaremos de acuerdo, la pandemia del Coronavirus nos asusta, todo es incierto, pero es allí donde el trabajo en conjunto nos podrá ayudar a ver luz al final del túnel, muchas personas quedaran afectadas, recuperar sus vidas y su autonomía será un proceso doloroso. Es necesario implementar el cuidarnos los unos a los otros, urge un discernimiento profundo para seguir garantizando las libertades individuales se visualiza una tormenta que buscará acabar con nuestros derechos y es allí donde las pastorales, movimientos eclesiales, movimientos populares deben responder con trabajo en equipo haciéndole frente a esta nueva realidad que simplemente dirían en mi país “le hecho sal a las heridas”.
El papa Francisco en su llamado a una remuneración económica para los desprotegidos que no parte de principio populista sino desde la subsidiariedad que respeta la libertad individual sin excluir, sin dejar atrás, podemos salir de esta recordando así que el fin de la vida es trascender, pero no desde mi individualidad sino desde lo colectivo. Lamentablemente, el camino hacia una cultura de la inclusión podría perderse dando paso a la desesperanza, porque de otra cosa, también, estoy seguro nos dimos cuenta que de nada vale que nos eduquen para una vida en competencia.
Replicar este modelo cultural en este momento donde según La Organización Internacional del trabajo en algunos países el desempleo ocupará una tasa del 26% o del 14% al 20% en Panamá es una clara muestra de cuantos desprotegidos habrá y en allí donde la economía verdaderamente debe reflexionar en torno a la dignificación de la vida humana, el trabajo es un derecho y un deber con él se contribuye al bien común entendiendo que el ser humano puede alcanzar su perfección mediante esta acción.
No podemos seguir siendo partícipes de esta cultura de muerte, nuestra vida está por encima de cualquier doctrina es hora de replantearse que sociedad queremos construir, hacerle frente a la realidad venciendo ese círculo eterno de autodestrucción que solo nos lleva a devorarnos a otros mismos como en la paradoja de la serpiente. Todo esto producto de la globalización de la indiferencia , un mal del capital que nos divide en clases sociales luego nos vuelve enemigos , así naturalmente se pierde el equilibrio entonces el paraíso otorgado se convierte en un infierno creado parece que nunca le prestamos atención a nuestra madre tierra, ella trabaja en un equilibrio perfecto somos nosotros con nuestros caos que la alteramos, nos descuidamos, nos dividimos y nos acabamos.